Heridas de guerra:

El Impacto prolongado del conflicto armado en las y los firmantes de paz en Guaviare

Líder del  ETCR Charras del Comité Nacional de Excombatientes Lisiados de Guerra, Adulto Mayor y con Enfermedad de Alto Costo (Conelaec).

Foto: Vladimir Encina.

Firmante de paz, lisiada de guerra por daño lumbar en su casa en el ETCR Charras.

Foto: Vladimir Encina.

Don Chiribico, firmante de paz y adulto mayor dentro de su casa en el ETCR Colinas.

Foto: Camilo Rey.

Con cuerpos incompletos y esperanzas vigentes, viven quienes le apostaron a la paz, dejando atrás la guerra que les convirtió en parte de la población discapacitada en Colombia. Según la Comisión de la Verdad, las y los firmantes de paz también sufrieron a nivel físico y mental los impactos del conflicto armado.

“En ese momento, las tropas llegaron casi hasta donde estábamos y uno gritó: ¡Muchachos, llegó el Ejército! Me estiré para mirar, pero no vi nada. Cuando me volví, vi a los soldados abriendo la puerta. No me dispararon, aunque mi compañero recibió disparos cuando intentaba huir.

Me tiré falda abajo y me dieron un tiro, luego sentí un golpe po aquí pal lado de la cadera, me dieron otro. Yo no sé cómo hice pero llegué al otro lado y ya un rastrojito me protegía. Pero me vieron en la rastrojera y ahí mismo me echaron candela y yo: ‘Ay, juemadre’. Ahí fue que me pegaron el otro tiro y me jodieron la mano. Yo seguí moviéndome agachado entre el rastrojo y vi pasar dos conocidos, les grité y ellos vinieron y les dije: ‘Vea cómo me volvieron’. Les mostré las heridas y entonces la casa de ellos estaba cerquita de ahí y fueron y me trajeron pastillas pal dolor y me trajeron de ese coso rojo, isodine, y me hicieron curacioncita ahí”.

Relato de Luis Rojas, ‘Chivirico’, firmante de paz del ETCR Colinas de San José del Guaviare, quien actualmente sufre de diabetes, trombosis y dificultades en el habla.

Plantación de tomate para el consumo doméstico por parte de adultos mayores en el ETCR Colinas . Foto: Vladimir Encina.
Don Chiribico, firmante de paz y adulto mayor dentro de su casa en el ETCR Colinas.
Foto: Vladimir Encina.
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Al igual que él, hoy en día son numerosas las y los excombatientes con heridas de guerra que han tenido que cambiar radicalmente sus estilos de vida y adaptarse a nuevas condiciones de movilidad. Ahora, sin el conflicto armado de por medio, están enfocados en seguir adelante, reuniéndose en espacios territoriales de capacitación y reincorporación, donde están comenzando desde cero para reconstruir sus vidas y contribuir a la reparación del tejido social.

En enero del 2022 el Ministerio de Salud informó la asignación de tres mil millones de pesos a 14 Empresas Sociales del Estado – ESE en el nivel municipal, que resultaron beneficiarias de recursos para financiar la prestación de servicios de salud a firmantes de paz en condición de discapacidad, así como la implementación de acciones de promoción y prevención, rehabilitación integral y atención psicosocial.

La asignación de este recurso se dio dando cumplimiento al Acuerdo Final de Paz, Conpes n.° 3931 de 2018 y Convenio de financiación n.° T06.44, suscrito entre el Ministerio de Salud, la Unión Europea y la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN).

A las ESE elegidas para recibir estos recursos se les asignó la responsabilidad de desarrollar las acciones pertinentes bajo los lineamientos expuestos en la Resolución 2272 de 2021, por medio de la cual se realizó la asignación del dinero y fue expedida por el Ministerio de Salud y Protección Social el 10 de diciembre de 2021. 

El recurso fue destinado a ESE ubicadas en los departamentos de Antioquia, Caquetá, Cauca, Chocó, Córdoba, Guaviare, Meta, Nariño, Putumayo y Tolima. La resolución también establece los criterios para la distribución de los recursos entre las ESE beneficiarias, los requisitos para el giro y desembolso de los recursos, y las obligaciones de reporte y seguimiento por parte de las ESE y las entidades territoriales.

En ese sentido y de acuerdo a la resolución N°. 601 del 21 de abril del 2023 suscrita por el Ministerio de Salud y Protección Social, el valor asignado al Guaviare fue por más de 122 millones de pesos para el ETCR de Charras en San José del Guaviare, y el mismo valor para el ETCR Colinas, ubicado también en la capital del Guaviare. 

La resolución determinó que el recurso asignado seguiría el esquema A, que implica la presencia permanente de un auxiliar de enfermería en el territorio, así como la realización de seis jornadas extramurales adicionales, incluyendo dos con especialistas. Además, se estableció que el servicio de Transporte de Atención Básica deberá estar disponible de manera permanente. 

Sin embargo, al consultar a la entidad sobre los avances en la prestación de servicios de salud a las y los firmantes de paz en condición de discapacidad, así como sobre la implementación de acciones de promoción y prevención, rehabilitación integral y atención psicosocial para esta población, su respuesta fue limitada. Afirmaron que se seguirá el esquema A, es decir, que los pacientes con discapacidad serán registrados en sus historias clínicas y recibirán atención médica como cualquier otro usuario. 

La respuesta fue similar cuando se les preguntó sobre la cantidad de excombatientes en condición de discapacidad que han sido atendidos. No otorgaron cifras y se limitaron a repetir que: “Es de recordar que el Ministerio de Salud y Protección Social, definió para las 2 ETCR del departamento del Guaviare que es de esquema A. Cualquier decisión sobre la atención es concertada con los líderes de las ETCR”.

Recientemente la Agencia para la Reincorporación y Normalización – ARN, informó que la distribución de esta población incluye 340 mujeres, 1.543 hombres y una persona diversa; 938 personas en proceso de reincorporación tienen entre 29 y 45 años, 57 entre 18 y 28 años, 229 entre 46 y 59 años, uno no registra información y 659 son adultos mayores.

Por tipo de discapacidad, la física corresponde a la mayoría de la población caracterizada (1.310 personas), seguida por visual (258), múltiple (189), auditiva (101), psicosocial/mental (17) e intelectual (9).

La mayoría de la población se ubica en los departamentos de Meta, Antioquia y Caquetá.

El panorama actual de la población firmante de paz

El año 2016 marcó un hito histórico para el país. Después de años de diálogos, la antigua guerrilla de las FARC firmó el Acuerdo de Paz, comprometiéndose a dejar las armas y reintegrarse a la vida civil. “Se le hacía a uno como imposible salir de allá así como si nada ¿cierto? Como que no me las creía pero ya cuando salimos y que ya miramos ahí que el Ejército y ese poco de periodistas, entonces yo dije, ‘esto sí es enserio’, o sea, yo ya dije, ‘no, ahorita sí, sí es verdad’. A uno le parecía que era un sueño”, recordó Kelly Narvaez, firmante de paz del ETCR Colinas.

Sin embargo, la guerra se aferró a la realidad del país pero con otros grupos armados tanto políticos como delincuenciales, lo que ha implicado que las y los firmantes hoy se enfrenten, no solo a la hostilidad del conflicto, sino a la negligencia del Estado y la desilusión de promesas incumplidas.

Y es que, a pesar de haber abrazado la paz, la guerra sigue arrebatándoles la vida. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz – Indepaz, más de 400 excombatientes han sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz. Además, muchas de las personas que consideraron que sus reclamos no encontraron respuesta en el marco legal, optaron por regresar a la selva y portar nuevamente uniformes y fusiles.

En el caso de Guaviare y de los municipios de Mapiripán y Puerto Concordia en el sur del Meta, desde la firma del Acuerdo de Paz se han registrado 12 homicidios selectivos y tres desapariciones forzadas de firmantes de paz (una tercera parte de las víctimas era de origen étnico o afrodescendiente). En 2023 se dio el homicidio de un firmante de paz en el municipio de Calamar y la desaparición de otro en el municipio de El Retorno, según la Misión de Verificación de la ONU. 

En enero de este año, en el municipio de La Macarena, Meta, Juan Gabriel Hurtado se convirtió en el segundo firmante de paz asesinado en 2024. El hombre, quien se encontraba en proceso de reincorporación en el departamento, fue sacado de su vivienda por hombres armados quienes posteriormente cometieron el crimen en la zona conocida como Caño Yamú, de la vereda Jordania, según informó Indepaz. 

Por su parte, el Ministerio de Defensa informó ante el Consejo de Seguridad de la ONU que a febrero de este año, se ha logrado garantizar la seguridad de los 24 ETCR, contar con 1.221 soldados del Ejército y 822 policías destinados a la seguridad de estos espacios, que según informó esa cartera el año pasado, tendrían mayor presencia de la Fuerza Pública en en los departamentos del Caquetá, Guaviare, el Meta y el Putumayo. No obstante, la historia de estos territorios ha demostrado que la presencia estatal solamente a través de la militarización, imposibilita realmente condiciones de vida digna.

En medio de todo hay experiencias esperanzadoras, como las de 13.000 excombatientes que siguen comprometidos con la paz. Según el mismo informe de la Misión de Verificación de la ONU, el 75% de ellos participa en proyectos productivos, tanto colectivos como individuales. En este sentido, la ARN, informó sobre 171 proyectos en los que participan 472 excombatientes de Guaviare, con un valor de $5.010.580.823.

Para el 2023, de los 13.000 excombatientes que aún le apuestan a la paz, 501 están en proceso de reincorporación en el Guaviare:

Ubicación en antiguos ETCR:

Personas en reincorporación.
0

Fuera de antiguos ETCR:

Personas en reincorporación.
0
Personas en proceso ubicadas allí, 175 son mujeres y 326 son hombres.
0
personas manifiestan pertenencia étnica: de ellas, 121 indígenas, 16 afrocolombiano/as, 5 negro/as.
0

Firmantes de paz en Guaviare: cicatrices que tratan de sanar

Aunque se estén destinando recursos para atender a la población firmante en condición de discapacidad de manera integral, es necesario recalcar que frecuentemente esta enfrenta estigmatización, falta de acceso a servicios de salud, educación y trabajo, y violación de sus derechos humanos, problemas que se agudizan para quienes además, padecen de alguna discapacidad y deriva en que las expectativas de reincorporación a la vida civil se vean cada vez más complejas y lejanas.

Sin embargo, también hay historias de liderazgo, resiliencia y esperanza, como la de un grupo de firmantes de paz en Santander que lidera proyectos agropecuarios con personas en condición de discapacidad, la Asociación Comité Nacional de Excombatientes Lisiados de Guerra, Adultos Mayores y Enfermos de Alto Costo (ASOCONELAEC) o la de los protagonistas del fotolibro Memorias Encuentro CaPAZcidades, que reivindican sus trayectorias vitales en defensa de los derechos de adultos mayores y firmantes con discapacidad.

Incluso en Guaviare, donde El Cuarto Mosquetero visitó los ETCR Charras y Colinas para conversar con algunos de quienes le siguen apostando a la paz pese a la falta de garantías y que hacen parte de la población en condición de discapacidad, se encontraron historias llenas de dolor y anhelo pero también de resiliencia y alegría. Para 2023, la ARN reportó en este territorio 124 personas con discapacidad, enfermedades de alto costo y adultos mayores -59 con solo discapacidad y 36 siendo también adultos mayores y/o con enfermedades de alto costo-. 

Una experiencia significativa de asociación y que evidencia el deseo de esta población de querer salir adelante pero también contribuir a su comunidad, es el del depósito, agroferretería y miscelanea Funes de la ETCR Colinas, creada hace cuatro años y que cuenta con 25 integrantes. Allí son las y los lisiados de guerra quienes prestan desde muy temprano y durante todo el día este servicio, de paso es un espacio que le permite a firmantes como Chirivico conversar con sus clientes, mayoritariamente habitantes de este espacio de reincorporación y recordar lo que fueron sus días en la guerra, mostrar cómo pese a todas sus dolencias logró llegar a su vejez y pasar de imaginar que iba a morir un día en las montañas a considerarse un sobreviviente pese a que desde muy joven se involucró en dinámicas del conflicto armado.

Firmante de paz, lisiada de guerra por daño lumbar sobre la hamaca de su casa
en el ETCR Charras. Foto: Hali Tauxe.
Firmante de paz, lisiada de guerra por múltiples traumas en su casa en el ETCR Charras.
Foto: Vladimir Encina.
ETCR Charras. Foto: Vladimir Encina.
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En estos ETCR, los esquemas del Ministerio de Salud se encuentran en funcionamiento y cuentan con servicio ambulatorio y al menos un auxiliar de enfermería permanente, según la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

Pero sigue siendo un reto para territorios como Charras, donde gran parte de la vía es trocha y en invierno es casi intransitable, y luego deben movilizarse durante más de tres o cuatro horas hasta San José del Guaviare para recibir atención especializada. Por ello las y los firmantes terminan con “soluciones” paliativas que les alivia el dolor, pero que a largo plazo no les permite vivir dignamente, ejemplo de ello son las personas que tienen varias hernias discales y estar de pie o incluso acostadas les representa dolores “insoportables”, solo al apretarse con fajas que en su mayoría compraron ellas y ellos mismos, les permite adelantar sus tareas cotidianas, necesarias para proveerse de lo básico y garantizar así su subsistencia y la de sus familias.

Con estas complejidades, resulta esencial el rol de organizaciones como el Comité Nacional de Excombatientes Lisiados de Guerra, Adulto Mayor y con Enfermedad de Alto Costo – Conelaec, cumpliendo un papel fundamental en la identificación de las necesidades de esta población en los territorios, como por ejemplo, el acompañamiento que viene haciendo de manera activa a la primera fase del del convenio suscrito en mayo de 2024 por los Ministerios de Salud y Protección Social, Defensa Nacional y el Fondo Colombia en Paz, para la rehabilitación física y psicosocial de población firmante del Acuerdo de Paz y víctimas del conflicto armado con discapacidad por lesiones de guerra.

Es la primera vez que el Estado destina recursos para atender con enfoque diferencial a esta población, pese a que ya pasaron ocho años tras la firma del Acuerdo de Paz. Se trata del convenio 056 de 2024, “a través del cual se aúnan, articulan y coordinan recursos administrativos, financieros y jurídicos de manera colaborativa contará con fases para su ejecución, la primera con una destinación de $40 mil millones, con los cuales se espera atender a población firmante del Acuerdo de Paz con discapacidad por lesiones de guerra en frentes como: certificación de discapacidad, rehabilitación en los niveles de baja y media complejidad y protésica, procedimientos de alta complejidad, quirúrgicos y gastos conexos en salud para cerca de 1.280 personas firmantes de paz, que corresponden en promedio a un 70% de las 1.884 caracterizadas con discapacidad por lesiones de guerra.”

Aunque este es un avance significativo los vacíos persisten. Representantes de Conelaec comentaron a Rodeemos el Diálogo, que su incidencia en la reincorporación no solo debería darse desde la perspectiva de la salud, pues esta visión unidimensional desconoce otros aspectos como vivienda y sostenibilidad económica. Por ejemplo, la mayoría de estas personas no viven dentro de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación – ETCR. Según la organización, alrededor de 300 personas en esta situación los habitan debido a que no cuentan con instalaciones e infraestructura adecuada para su condición específica. “Un compañero en silla de ruedas o ciego no puede vivir en un ETCR, por esto muchos se han mudado con sus familias; el único apoyo que puede sostenerlos.”

Por su parte, durante el 2022 la Misión de la ONU adelantó el fortalecimiento a la implementación de los servicios de rehabilitación a través la adecuación de infraestructura y dotación del espacio físico del hospital ESE de San José inaugurado en diciembre de ese año y con una capacidad de atención de 41 personas y ha promovido un pliego de condiciones para la ventana de sociedad civil que se radicará ante el Fondo Fiduciario de Asociados Múltiples (MPTF por sus siglas en inglés), el cual busca generar acciones para reducir la estigmatización a personas con mayores y con discapacidad, además de promover espacios de cuidado.

Es evidente que el impacto del conflicto armado ha dejado una huella profunda en la vida de muchas personas con discapacidad en Colombia, no solo a nivel físico sino también mental. El tomo Sufrir la guerra y rehacer la vida del Informe Final de la Comisión de la Verdad señala que, “en el devenir de la guerra, hombres y mujeres, que a la vez eran los perpetradores y responsables de estos crímenes, fueron testigos de asesinatos selectivos y masacres de amigos, amigas e incluso novios y novias y de muertes causadas por combates, explosiones de minas y otros artefactos”. Este tipo de situaciones les llevó a tener crisis de pánico, ansiedad, ataques de ira, dificultad para conciliar el sueño, depresión, entre otras.

Con su firma y compromiso con la paz, el panorama marcado por ráfagas de fusil y selva profunda ha cambiado. Las historias de las y los firmantes de paz en condición de discapacidad han demostrado que más allá de sus heridas de guerra, son sujetos activos y esenciales para la construcción de una paz estable y duradera en el país.

Eso no deja de lado la necesidad urgente de visibilizar las falencias y dificultades que viven a causa de su pasado y de su condición física y/o mental, pues, aunque se vienen implementando acciones institucionales para atender a esta población, la deuda es grande y el esfuerzo por saldarla se ha quedado corto.